Por qué muchas personas del ámbito espiritual quedan fuera de la formación t.e.a.
La principal razón por la que postulantes a la Formación en T.E.A. son rechazados es que se encuentran vinculados con entidades de oscuridad. Esto quiere decir en más del 90% de los casos que la entidad en cuestión se halla en el aura de la persona, enganchada por la espalda y ha sido detectada a través de la revisión a distancia. Esta situación es habitual de ver no sólo en personas comunes, sino también y a veces de manera mucho más frecuente en terapeutas, canalizadores y personas ligadas a la práctica espiritual. ¿Pero cómo es posible esto? ¿Acaso la práctica espiritual no debiera proteger al practicante de seres que supuestamente son de baja vibración?
Para responder a esta pregunta y entender qué está pasando es necesario que se entiendan algunos puntos que mayoría de las personas espirituales no han tomado en consideración:
Las entidades demoniacas no son necesariamente seres de baja vibración. De hecho, aquellas de mayor rango en jerarquía suelen presentarse como auténticos guías o seres de luz: luminosos, bellos, dispuestos a entregar todo tipo de dones y conocimiento. Así, mientras el practicante espera percibir sombras oscuras y seres de apariencia horrible, es simplemente engañado. En muchas ocasiones el aspecto es el de un ángel y la persona, dejándose llevar por la inefable imagen (y desconociendo el hecho de que muchos demonios de hecho son ángeles, pero caídos), abre las puertas y autoriza al ser a entrar.
Las entidades no necesariamente generan daño evidente, por lo cual pueden no ser detectadas por quiénes las tienen. Las entidades demoniacas de mayor rango son especialmente inteligentes y se preguntan de qué manera pueden alimentarse mejor aprovechando a su huésped. Esto lleva a que muchas veces una entidad decida alimentarse de manera sutil, por ejemplo, de las prácticas espirituales de una persona o de las terapias que realiza sacando energía de los pacientes. El solo hecho de desviar a la persona de un auténtico encuentro con su alma y alimentar a cambio sus estructuras o creencias espirituales o su “ego espiritual” ya es también un alimento para la entidad.
Una entidad puede producir despertar de dones y capacidades. Algunas entidades poderosas y de alto rango son capaces de entregar dones y capacidades “espirituales”. La persona puede en efecto experimentar algún tipo de repentino despertar y convertirse en un gran canalizador o médium, adivinar el futuro y obtener datos precisos sobre situaciones o personas, adquirir capacidades sanadoras, etc.
Lo importante al canalizar es saber con quién uno se está conectando. Muchas personas ponen el énfasis en lograr canalizar, pero el logro más importante no es realmente éste sino saber con quién realmente se está conectando. Porque existen muchos seres de razas extraterrestres y derechamente entidades demoniacas, empeñados en contactar seres humanos para usarles de canal. Se presentan como maestros, guías y seres de luz hablando del despertar de la conciencia y el crecimiento espiritual, no obstante es la carnada que ponen para que los poco cuidadosos caigan.
Un ser de luz auténtico jamás nos tocará y siempre nos mostrará su energía para que la sintamos pero sin invadirnos. Ellos tampoco nunca piden o intentan incorporarse en otro ser.
Un ser de luz auténtico siempre dará su nombre antes que nada al producirse comunicación. Si no menciona su nombre (o si dice “los nombres no importan” o frases metafóricas o poéticas como “yo soy el que soy”, o “soy la madre de todas las cosas”, etc.) es porque es entidad.
Las prácticas espirituales pueden ser aprovechadas por las entidades para incorporarse en nosotros. Esto ocurre cuando una persona hace prácticas espirituales sin resguardo, y sin haber previamente reconocido su sombra psicológica. Esto último conlleva necesariamente a la conciencia de nuestros límites. Practicar la espiritualidad sin conciencia clara de nuestros límites y evadiendo las zonas oscuras de nuestra personalidad, es una manera casi segura de terminar vinculándonos con entidades que aprovecharán esos puntos ciegos para engañarnos.
Servir de canal a otros seres, aun pensando que son seres de luz o almas de fallecidos, hará que se nos incorporen entidades. Ya se mencionó antes, que ningún ser de luz auténtico buscará transmitir un mensaje por la vía de mediumnidad, la incorporación o la colocación de implantes. Las prácticas espiritistas o canalizaciones donde se presta el cuerpo para que un determinado ser se exprese en primera persona, son causa muy frecuente de adquirir entidades. Estos seres a menudo se hacen pasar por “maestros” o “seres luminosos”, potenciar la percepción y las habilidades psíquicas y hasta transmitir mensajes que parecen espirituales.
Los seres de luz auténticos no colocan implantes. Quienes sí lo hacen son los seres extraterrestres que vienen a la tierra buscando contactar conciencias humanas diciéndose seres de luz o “hermanos mayores”. Bajo el pretexto de que nos van a activar los dones de nuestra alma y ayudarnos a recordar, o despertar conciencia, ponen estructuras que nos desvían del auténtico contacto con nuestra alma. Generan así un falso despertar donde la persona más bien queda seducida por visiones de luz, de mundos perfectos e inefables. El trabajo de reconocer las sombras profundas de nuestra psique queda olvidado y la persona podría tener incluso una entidad muy oscura en el aura y no la va a sentir.
Con todo lo anterior queda claro que muchos practicantes espirituales, canalizadores o terapeutas pueden estar vinculados a entidades no sólo sin saberlo sino creyendo que se trata de energía de maestros o seres de luz. Que se les diga que tienen una entidad en el aura sin duda puede resultar chocante, pero es también una invitación a reaprender. Y para esto último existen opciones terapéuticas donde la persona, a través de un proceso de toma de conciencia de los errores cometidos, tiene la opción de separarse de esas energías.
En ese sentido, el real deseo de aprender de un persona se prueba en la perseverancia que demuestra de realmente querer llegar al final. Lo que propone la T.E. A. no es añadir un conocimiento más a lo ya acumulado sino cuestionarse lo aprendido y estar dispuesto a desecharlo si es necesario con el fin avanzar hacia la verdad.